Comenzaré explicando el porqué de mi nombre comercial, y es que ahí, hay mucha historia. Sin ser exactamente la mía propia, mas valiosa todavía, de una generación de mujeres peluqueras de las que no se tiene historia. Pero antes, les contare en que periodo de la historia de Chile aparezco, y me vuelvo testigo de estos acontecimientos.
Mi llegada al mundo fue un 10 de enero de 1992 en Santiago de Chile. De este modo, formo parte de la generación de los «millennials», una generación en la que consciente o inconsciente, cambiamos formas de pensar, estilos, y padrones de las antiguas generaciones, culpando en gran parte al nacimiento de la tecnología y el mundo digital, fue un periodo de transición, y aunque fue un periodo silencioso, por así decirlo, para mi; para las que ya estaban, para quienes ya eran adultos, para nuestras madres fue un impacto mucho mayor, y aquí es donde comienza su historia.
Madres chilenas, que comienzan a independizarse económicamente, incluida la mía, y muchas de ellas buscaron maneras de trabajar con sus hijos, porque eran pequeños y no existían los medios para contratar una cuidadora para ellos, porque era por la necesidad económica que muchas resolvieron emprender.
Entonces muchas de ellas tienen la gran idea de montar los «salones de belleza» en sus casas, o «Peluquerías» como es mas común llamarlas en Chile. Ellas podían generar ingresos económicos sin salir de sus casas y con sus hijos cerca. Esto en una generación donde se descubre el internet, donde los trabajos «home office» no existían y donde las mujeres de forma masiva comenzaron su independencia económica.
Como era una forma laboral sin mucha educación ni preparación, se inicio el oficio de forma modesta y sencilla, muchas hicieron cursos en las municipalidades que los daban gratis y existían los estilos tradicionales, como en los hombres que era «corte regular corto», donde en todas las Peluquerías de Santiago las peluqueras lo hacían y aunque se pidiera algo diferente… el resultado era el «corte regular corto». O por donde miraras todas las mujeres estaban crespas, en las peluquerías se podían hacer unas 40 permanentes diarias, se te viera bien o no, combinara con tu rosto o no, todas lo escogían, sin duda era la moda de la época. Como consecuencia de la falta de educación estética, ellas aprendieron lo práctico y punto, sin mayor explicación, sin mucha teoría, sin asesoramiento estético ni cosmético, comenzaron un camino sin retorno, que como ya sabemos se fue transformando en el tiempo.
Como todo pionero, en el camino se aprende con errores y aciertos y fue de ese proceso que muchas Peluqueras chilenas se desarrollaron. Después de ya 32 años, que son básicamente los años que tengo, esa generación de mujeres, y en su minoría hombres, formaron el mundo de las Peluquerías en Chile, sin una basta educación, sin muchas herramientas, por la necesidad, para salir adelante con sus familias, se comienza a masificar este campo estético donde con los años las siguientes generaciones, la ejercemos por elección, por gusto y placer del trabajo que involucra, generando así una transformación en el mundo estético en Chile.
Después de la pandemia que dio comienzo el año 2019 y lo percibí específicamente el 2023 donde realice varios cursos estéticos ya sea para trabajar y en otros aprender; en ellos noté algo interesante en la industria de la estética, estaba ocurriendo una nueva modalidad laboral de como ser un estilista de categoría, y un montón de personas, comenzaron este nuevo servicio, generando una nueva necesidad para los profesionales del área de la belleza… «hacer cursos de perfeccionamiento».
Resulta que siempre me ha gustado mi trabajo y como buena chilena, hacia de todo un poco… pero siempre con cabello. Después de 6 años de profesión decidí estudiar en Brasil. Mi primer curso de perfeccionamiento, y me titulé como «Especialista en mechas». Realmente ese curso fue un antes y un después en mi vida laboral, porque después de ese curso descubrí que tenia que dirigirme a otro publico, trabajar con otros productos, y claro… cobrar otros precios. Pero pasó que con el tiempo sientes que siempre hay que aprender y ya después de la pandemia estaba buscando que curso tomar.
En julio de 2023 me pidieron trabajar en la traducción de un curso de perfeccionamiento de alisado definitivo, dos Brasileñas vinieron y yo ayudé en la traducción, y observando el panorama me llamo la atención que solo había una Chilena, pero pensé, «bueno como lo organizó una Venezolana el curso entonces debe haber avisado solo a sus compatriotas», así que lo olvidé. Un mes después tome un Seminario, de Tricología dirigida a la cosmética capilar y para mi sorpresa… las chilenas éramos minoría. Había un aproximado de 50 personas y no superábamos el 30% de los profesionales. Quienes presentaron productos, eran extranjeros, quien daba el Seminario era extranjera, la mayoría de los estudiantes…. extranjeros y pensé, «esto no es coincidencia». Y me di cuenta que aunque hay muchos estilistas Chilenos excelentes, muy pocos enseñan, muy pocos aparecen en cursos representando marcas y pocos están en los cursos de perfeccionamiento.
Entonces descubrí que nuestro pasado estaba empañando nuestro futuro, que nuestras raíces de las que no fuimos formados, nublan la visión de los nuevos Estilistas, pensando tal vez que no somos capaces de ser educadores, representantes de marcas cosméticas o buscando maneras de especializarnos en un área y crecer como profesionales. Y lo digo porque me pasó, y me pasa hasta el día de hoy, tener una sensación de inseguridad, de falta de validez, miedo a la crítica y el fracaso, solo que… no por falta de educación, ni habilidad, ni experiencia, si no porque siento que el pasado estético en Chile me invalida hoy como una buena profesional.
Así que, estimados lectores, hoy comienzo un cambio de pensamiento, del que nuestro pasado enriquece nuestro presente, donde aquellas madres valientes y sacrificadas emprenden un modesto oficio que con el tiempo se han formado grandes profesionales, donde somos capaces de educar, representar y perfeccionar nuestras habilidades. Y como dijo un gran hombre sabio, «Las expectativas que tardan en cumplirse enferman el corazón, pero el deseo cumplido es un árbol de vida»; Así que… mi mayor expectativa es de mi misma, y lograr crear esta pagina un deseo cumplido.